jueves, 17 de diciembre de 2009

"Dichosos los que trabajan por la paz...


Noticias (texto tomado del blog Zamna)
Constructor de la Paz
11 Diciembre 2009


Una de las ocho bienaventuranzas del Sermón de la Montaña dice textualmente: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (MT 5,9). Quien trabaja a favor de la paz se convierte en algo más que una persona pacífica; se convierte en un constructor de la paz. Por eso, el abanderar una causa que busque eliminar aquellos obstáculos que dificulten las relaciones pacíficas entre los hombres, de cualquier lugar, de cualquier confesión, de cualquier tiempo y cultura, será siempre una opción evangélica, una elección crear un ambiente donde podamos vivir e integrar pacíficamente nuestras diferencias.

El proyecto del trimarán Zamná dejó de ser un sueño para convertirse en una realidad al convertirse en un sembrador de paz en no pocos países. Arropados por la guía del capitán Vital Alsar, toda la tripulación tocó tierra italiana con la nave en el puerto de Civitavecchia.

Junto con ellos hicimos una visita a la ciudad del Vaticano, en Roma, donde nos postramos con fe y devoción ante la tumba del apóstol San Pedro y también de Juan Pablo II para encomendarles esta aventura de paz. Después, sobre el navío, y en un improvisado altar de madera veracruzana en forma de cruz y a los pies de una enorme imagen dedicada a María Santísima de Guadalupe, tuve la posibilidad de celebrar el Santo Sacrificio de la Eucaristía donde le pedimos a nuestro Señor la posibilidad de unirnos en palabras y hechos en nuestras vidas a seguir luchando por ser esas almas a quienes el Evangelio proclama dichosas, felices, bienaventuradas por ser trabajadores de la paz.

Porque si es cierto que quien trabaja por la paz, debe prepararse para hacerle la guerra a todas esas formas falaces y mentirosas de paz, es verdad también que este trabajo no se logra por la sola virtud humana, sino también por la ayuda y la gracia de Dios: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas” (Sal.126.1). Le agradezco a Dios el haber podido participar, aunque sea en unas horas, en este proyecto de tirar – como el sembrador del Evangelio – semillas de paz. Le pido a Dios sus tripulantes y promotores; que nunca se cansen o renuncien a ser soñadores de un mundo mejor, críticos pasivos de todo lo que otros hacen, sino a empeñarse en construir esta paz con obras y compromisos.